Cada vez duele menos. Cierto es que cada vez me importa menos, y que sentimientos me quedan pocos y todos ellos con fecha de caducidad.
Mis últimas esperanzas las asposté todas al color rojo y todo me está saliendo negro. Negro como tu pelo y tus ojos.
Tu te vas sin miramientos y me dejas aquí, sola, pensando en todo, pensando en nada. Pensando en ti.
Te vas con ella y con aquella, las alabas frente a mi mientras que yo para ti soy solo las bromas, las tonterías, y los pasatiempos.
Te olvido, te odio, te echo de menos y vuelvo a caer sin que tu lo sepas. A tus espaldas vivo en un sin vivir por ti.
Y, mientras, tú te desahogas conmigo, me cuentas tus amoríos, tus aventuras y pides mis consejo.
Me preguntas, te interesas, te preocupas y veo tus señales, señales de humo. Tus “haz que algo pase” que jamás pasan desapercibidos.
Pero nunca pasa nada, nada para ti y todo para mí, mientras espero indefinidamente a que cierto día en algún futuro ahora lejano, me veas diferente, a que te dinceres y me hagas feliz.
Por ahora, sé que debo ser paciente, así que te espero, te espero mientras te vas y no estás. Mientras me niegas y me haces daño. Aqui te espero. Hasta que despiertes y me veas. A tu lado. A mi lado.